“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.”
Juan 3:16-17 (NVI)
“Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo en presencia tuya.”
Salmo 88:1 (NVI)
“Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme.”
Salmo 40:2 (NVI)
“El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante.”
Juan 10:10 (NTV)
Como no podemos salvarnos a nosotros mismos, necesitamos ser salvados por Dios. Por eso, su historia con la humanidad es de salvación. El amor de Dios por el mundo se manifiesta en la entrega de su hijo unigénito. Al creer en Jesús y en su sacrificio, somos salvados, pasamos de la muerte a la vida.
Yo recuerdo un día como si fuera ayer: cuando tenía 20 años, estaba manejando solo en la autopista y me sentía agotado de la vida que estaba llevando. Pensaba que, si Dios existía, probablemente ya no me amaba. Hasta que me quedé dormido al volante. Cuando me desperté, había perdido el control del vehículo. En ese momento clamé: “Dios, mi vida está en tus manos”. Mi auto se cayó por un precipicio y terminó destruido por completo, pero a mí me rescataron ileso.
¿No es también así con nuestra vida? Todos nosotros, sin Dios, nos dirigimos a la destrucción total, a la muerte. Y cuando clamamos a él, nos demuestra que está dispuesto a rescatarnos. Por lo tanto, hay un antes y un después de ese momento. Jesús vino a salvarnos, a librarnos de la destrucción y a darnos una vida eterna, plena y con propósito.
¿Vives hoy esa vida plena?
¡Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él!
?Oración:
¡Padre, gracias por tu salvación, gracias por Jesús! Ayúdame a vivir cada día esta vida plena que tengo en ti. Amén.
Nov 8 2021
