“…Miren, Dios ha venido a salvarme. Confiaré en él y no tendré temor. El Señor Dios es mi fuerza y mi canción; él me ha dado la victoria.”
Isaías 12:2 (NTV)

“Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto.”
Jeremías 17:7- 8 (NTV)

“Confianza”, según su etimología, esta palabra significa “tener lealtad con todo el ser”. ¡Qué poderoso! Esa es la cualidad de quien tiene total seguridad en algo o en alguien. Quiere decir que confiar no es una circunstancia, sino una manera de vivir, una decisión.

Diariamente vivimos la tensión entre nuestras inseguridades y lo que Dios dice de nosotros. Es una lucha constante en nuestro interior que siempre tiene un ganador. Y, aunque muchas veces las decepciones de la vida nos lleven a cuidar nuestro corazón de manera excesiva, hoy quiero preguntarte: ¿Quién gana esa batalla? ¿A quién le eres leal?

Caminar en inseguridad nos lleva a perder nuestra identidad, a cuestionar nuestras habilidades, a compararnos. Por ella buscamos la aprobación incorrecta, limitamos nuestro progreso, nos llenamos de excusas ante la vida y ante Dios, y un sinfín de desventajas más que nos alejan de las promesas que Dios anhela que disfrutemos.

Pero cuando entendemos la obra de Jesús en la cruz, nuestra mente es renovada. Este acto de amor y entrega marca un estándar en nosotros que nos lleva a confiar, a creer que su poder es más grande que cualquier situación. Confiar en él es creer que lo imposible sucederá, que las dificultades e inseguridades serán transformadas y resueltas en él, quien es el único poderoso para revertir toda realidad adversa en bendición.

Recuerda: Él pagó el precio para llamarnos sus hijos (Juan 1:2), para darnos identidad (Isaías 43:1), para hacernos herederos de su Gloria y coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17), para perdonar todos nuestros pecados (Colosenses 1:13-14) y levantarnos como un pueblo escogido, como real sacerdocio (1 Pedro 2:9).

¡En él tu confianza está segura!

? Oración:
Señor, hoy quiero entregarte mis inseguridades y mis debilidades para que puedas hacerte fuerte en ellas. Quiero aprender a confiar en ti, en tu palabra, en tus promesas y en tus tiempos. Quiero serte leal y que tu voz sea la que hable más fuerte en mí. En el nombre de Jesús. Amén.