Si existe algo constante en la iglesia, es el cambio. Solemos animar a las personas a ser flexibles, porque sólo así podremos adaptarnos a lo nuevo de parte de Dios.
A veces podemos caer en la trampa de creer que ya hemos visto todo lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, pero no es así, todos los días tenemos nuevas y mayores oportunidades para crecer. Pero parte de ese crecimiento viene de la mano con nuestro compromiso. Tu compromiso con la iglesia hace que la iglesia florezca.
Dejar atrás lo viejo puede ser difícil, porque muchas veces representa comodidad, o el lugar de lo conocido. Pero si nos aferramos a eso, no habrá lugar para que Dios derrame de su vino nuevo en nosotros. Por eso la iglesia está comprometida a innovar constantemente, no nos aferramos a un método ni a una estructura, sino al mensaje eternamente relevante de Jesús.
Tal vez hoy no puedes ver tu crecimiento, pero yo sé algo, y es que, si sigue habiendo aire en tus pulmones, Dios no ha terminado contigo, él aún escribe un nuevo capítulo en tu vida, y cuando él empieza, él termina.
“¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados”.