En la historia de hoy, vemos que una multitud se había aglomerado durante todo el día para escuchar las enseñanzas de Jesús. En la noche, los discípulos le recomendaron a Jesús que empezara a despedir a la multitud, ya que no tenían comida para darle. Pero al escuchar esto, Jesús se negó, les dijo que se encargaran ellos mismos de darles de comer.
Los discípulos en este punto hicieron lo que muchos de nosotros solemos hacer ante un desafío y respondieron con una excusa: “no podemos”.
¿Cuántos de nosotros hemos pronunciado esas palabras? “No tengo mucho”, “no puedo”, “no soy capaz”, “la necesidad es muy grande…”
Los discípulos contaban con cinco panes y dos peces, así que se los entregaron a Jesús. Al ponerlos en sus manos, él los bendijo y los multiplicó. Luego les indicó que le dieran de comer a la multitud.
Dios siempre quiere involucrarnos en lo que está haciendo, y lo increíble de esto es que él, a quien servimos, es más que suficiente. Cuando traemos lo que tenemos en nuestras manos y lo ponemos en las suyas, Jesús lo multiplica, al igual que nuestro alcance e impacto.
Puede que hoy pienses que tú no puedes marcar una diferencia, que tienes poco en tus manos, pero la generosidad nunca se ha tratado de un monto, sino del sacrificio que cada uno de nosotros hace para ver el reino de Dios expandirse. Te animo a que llenes tu corazón de fe y traigas tus panes y tus peces a las manos de Jesús en esta temporada. Él puede hacer mucho más que nosotros.
Juntos podemos marcar una diferencia, juntos podemos ser una respuesta donde hay necesidad. Tú tienes mucho para dar, pero cuando conectas con otra persona que tiene un Corazón por la Casa, tienes mucho más. Te animo a tener fe de que Dios pondrá el EXTRA en nuestro ORDINARIO. ¡Tenemos un Corazón por la Casa porque Dios tiene un Corazón por la Casa!