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Día 3: Establecer objetivos internos

Jan 3 2023

Desculpe-nos, mas este texto está apenas disponível em Inglês Americano y Espanhol Europeu.

Oímos hablar mucho de la importancia de ponerse objetivos, pero a menudo se hace hincapié en los objetivos externos, que tienen que ver con avanzar en la vida: lograr éxito profesional, obtener buenos ingresos, etcétera. No me malinterpretes, son objetivos importantes. Todos tenemos el deseo divino de vivir al máximo de nuestro potencial.

Pero, al mismo tiempo, es sabio saber que el éxito tiene sus propias trampas. Un aumento de posición, riqueza y estatus puede ser un gran estímulo para el ego, pero también significa mayores tentaciones con las que lidiar. Lo cierto es que el poder, la prominencia y el orgullo pueden ser como el ácido de una batería para el espíritu, erosionándonos por dentro si no prestamos atención al tipo de personas en que nos estamos convirtiendo. Así que, aunque es bueno querer progresar en la vida, es aún más importante preguntarse: ¿en quién me estoy convirtiendo con todo esto? Ahí es donde entran en juego los objetivos internos. Dan forma a nuestro ser interior, que es desde donde vivimos.

Imagina que tu principal objetivo en la vida fuera vivir a la manera de Dios. Lo siguiente sería tu porción, según Gálatas 5:22-23 (MSG): “Pero, ¿qué sucede cuando vivimos a la manera de Dios? Él trae dones a nuestras vidas, de la misma manera que aparecen frutos en un huerto: afecto por los demás, exuberancia ante la vida, serenidad. Desarrollamos la voluntad de terminar lo que empezamos, un sentido de compasión en el corazón y la convicción de que una santidad básica impregna las cosas y las personas. Nos vemos implicados en compromisos leales, sin necesidad de forzar nuestra vida, capaces de organizar y dirigir nuestras energías de manera sabia”.

La buena noticia es que cuando estás profundamente arraigado en Jesús, ser fructífero es inevitable. Jesús promete en Juan 15:5 (TPT): “Yo soy la vid que brota y ustedes son mis ramas. A medida que vivan en unión conmigo como su fuente, fructificación brotará de su interior”.

Tu parte consiste en prestar atención a lo que el Espíritu Santo va modelando en tu interior y aplicarlo en tu vida diaria. Por ejemplo, practica la paciencia y la amabilidad con constancia y, con el tiempo, te volverás más paciente y amable, del mismo modo que, si ejercitas un músculo, este se fortalecerá.

En esta forma de vivir reside la verdadera libertad. Romanos 8:6 (MSG) dice: ‘Obsesionarse por uno mismo en estos asuntos es un callejón sin salida; enfocar la atención en Dios nos lleva a lo abierto, a una vida espaciosa y libre’.

Gálatas 5:22-23 NTV
Juan 15:5 NTV
Romanos 8:6 NTV