Podemos ver, en las palabras de Pablo, la gran expectativa que tenía acerca del crecimiento y desarrollo personal del joven líder Timoteo. Lo anima a ser independiente y responsable en el desarrollo de su potencial, hasta el punto en que la gente mire a Timoteo y sea constante en su progreso.
No hay ninguna otra persona en el mundo que pueda aportar eso que se te ha pedido a ti. Tampoco hay otra persona en el mundo que tenga el potencial que tú tienes. Todos somos únicos, con dones únicos y con una vocación única. Pero Pablo le recordó a Timoteo: no descuides eso. Necesitas convertir tu potencial en progreso.
Pablo llama la atención de Timoteo sobre algo que, aunque parezca obvio, podemos olvidar: cuídate. A veces el mejor regalo que podemos dar a la gente que nos rodea es cuidar de nosotros mismos.
Como personas que han sido llamadas a ser sal de la tierra y luz del mundo, tenemos que asumir la responsabilidad de nuestro propio crecimiento.
Es importante recordar que tú y yo somos obras de arte en proceso de construcción. Muchas veces nos frustramos porque esperamos de nosotros mismos ser una obra terminada, pero debemos confiar en el proceso de la obra que Dios está haciendo.
Dios trabaja en cada uno de nosotros, transformándonos; él va a completar la buena obra que empezó en ti. ¡Y el corazón de su casa está comprometido con tu crecimiento, para que juntos podamos desarrollar todo el potencial que Dios nos ha llamado a alcanzar!