Juan 11:40-42
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
La fe es el denominador común sobre el que están sustentados todos los milagros. Jesús pudo ir directamente a la tumba y hacer el milagro de resucitar a su amigo; pero antes se aseguró que hablaba con sus hermanas, que eran las que estaban más afectadas por su muerte. Se aseguró de conocer lo que pensaban y de levantar su fe. ¿Cuántas veces venimos a Dios con nuestros temores y problemas y, al estar en su presencia, salimos fortalecidos y con esperanza de que veremos su respuesta? Así como Jesús levantó su voz, en medio de tanta incredulidad y desconfianza de la gente, en nuestro alrededor, nosotros también debemos levantar nuestra voz y declarar ante todos aquello en lo que Dios nos ha llamado a creer por encima de todo diagnóstico. Y, cuando lo vean hecho, muchos creerán a causa de nuestra fe.