Mateo 8:28-33
Cuando Jesús llegó al otro lado del lago, a la región de los ganaderos, dos hombres que estaban poseídos por demonios salieron a su encuentro. Vivían en un cementerio y eran tan violentos que nadie podía pasar por esa zona.
Comenzaron a gritarle: «¿Por qué te entrometes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para torturarnos antes del tiempo establecido por Dios?».
Sucedió que a cierta distancia había una gran manada de cerdos alimentándose. Entonces los demonios suplicaron:
—Si nos echas afuera, envíanos a esa manada de cerdos.
—Muy bien, ¡id! —les ordenó Jesús.
Entonces los demonios salieron de los hombres y entraron en los cerdos, y toda la manada se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.
Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y contaron a todos lo que había sucedido con los endemoniados.
Hay ciertos lugares por los cuales la gente no se atreve a pasar porque son demasiado injustos, demasiado malos, demasiado oscuros o demasiado fuera de su alcance, pero la sola presencia de Jesús viniendo a lo lejos puede cambiar la ansiedad de la oscuridad, transformar toda la atmósfera y traer luz a la vida de muchos, hasta de aquello impensable. ¡Ten fe para creerlo hoy!