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Creyendo por Milagros

Jun 25 2017

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Marcos 5:21-43

Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, suplicándole con insistencia: – Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.
Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba.
Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias.
Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor.
Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto.
Pensaba: “Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.”
Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.
Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder, así que se volvió hacia la gente y preguntó: – ¿Quién me ha tocado la ropa?
– Ves que te apretuja la gente – le contestaron sus discípulos -, y aun así preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.
La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.
– ¡Hija, tu fe te ha sanado! – le dijo Jesús -. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: – Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?
Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga: – No tengas miedo; cree nada más.
Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús notó el alboroto, y que la gente lloraba y daba grandes alaridos.
Entró y les dijo: – ¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta sino dormida.
Entonces empezaron a burlarse de él, pero él los sacó a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña y a los discípulos que estaban con él, y entró a donde estaba la niña.
La tomó de la mano y le dijo: – Talita cum (que significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).
La niña, que tenía doce años, se levantó en seguida y comenzó a andar. Ante este hecho todos se llenaron de asombro.

 

¿Alguna vez has estado en una situación de desesperación? Cuando todo parece que no tiene solución, en tu desesperación más profunda, lo mejor que puedes hacer es venir y traer tu preocupación a los pies de Jesús. Cuando decides dejar que Jesús sea tu plan a, b y c, Él viene y nos asombra con su poder.
Un tan solo toque de Jesús puede hacer que algo que estaba muerto, algo que estaba en completas ruinas, se convierta en algo lleno de vida, en algo glorioso. ¡Créelo hoy!