“Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo.

Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad. Él vino y proclamó paz a ustedes que estaban lejos y paz a los que estaban cerca. Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.

Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.”
Efesios 2:13-22 (NVI)

Por la gracia de Dios he tenido la oportunidad de compartir el mensaje de Jesús en distintos lugares del mundo, algunas veces he viajado durante días o semanas. Por eso, puedo decirte que no hay nada que se compare con llegar a casa luego de un largo viaje, con la bendición de ser recibido por la calidez, la paz y la sensación de familia que un hogar te brinda. No hay nada mejor que estar en casa.

Es parte del corazón de nuestra iglesia que cada hombre, mujer y niño que cruce las puertas de nuestra casa pueda sentirse como en su hogar. Pero una casa no se edifica sola, para construirla se requiere de alguien que la planifique, los materiales necesarios y un grupo de personas que estén dispuestas a edificarla y a prepararla para quienes habitarán en ella.

¡¿Quién no quisiera sentirse en casa al llegar a la iglesia?! La Biblia nos enseña que Jesús es la piedra angular de la iglesia y que, cimentados en él, todos nosotros conformamos la morada de Dios a través de su Espíritu. La iglesia somos todos nosotros, con Jesús en el centro. Él es quien la edifica, pero lo hace a través de nosotros.

En el corazón de nuestra casa está que podamos ser las manos y los pies de Cristo, para proclamar paz a aquellos que están cerca o lejos. Está en nuestro corazón hacer lo que podamos con nuestras manos para que se cumpla la voluntad de Dios en la tierra, así como en el cielo.

Sigamos construyendo nuestra casa para que el que está solo encuentre familia, el que está perdido encuentre refugio, el que está hambriento encuentre alimento, y para que, a través de eso, todos se encuentren con Jesús.

Que todos los que entren a nuestra iglesia puedan decir “no hay nada mejor que estar en casa”.

? Oración:
Señor, te pido que ensanches nuestra fe y nuestra capacidad este año. Ayúdanos a salir de nuestra zona de confort y a dar la milla extra para que toda persona pueda tener un encuentro contigo. Abre caminos y haz lo que sólo tú puedes hacer. En el nombre de Jesús. Amén.